sábado, 16 de noviembre de 2013

CUERPO A CUERPO ANTE EL ESPEJO





AMANECER EN IBIZA
Cuerpo a cuerpo ante el espejo, no existe error, lo que veo es lo que soy, aparentemente, una imagen sin retoques ni alteraciones.
Esa soy yo.
Mejor dicho, lo que veo de mi y lo que ven los otros.
Efectúo movimientos observando cómo encajan y desencajan mis huesos en sus articulaciones, como se contorsiona mi musculatura.
No me agrado físicamente. Me disgusta esa visión, esa forma imperfecta y opaca incapaz de retener el tiempo y la erosión.
Puedo alterar esa imagen cambiándome el disfraz, puedo ser una imitación grotesca o  el símil de cualquier cosa. Puedo maquillar mi rostro, teñir mi pelo.
Pero sigo siendo yo.


IBIZA
Hago estallar el espejo convirtiéndolo en mil pedazos, y sigo reflejándome en cada fracción, descompuesta, dividida, seccionados mis miembros, troceada.
Porciones de mí se extienden por el suelo formando un mosaico. Con gran precaución recojo los pedazos y me entretengo en encajarlos como un puzle.
Cada pedazo ocupa el lugar que le corresponde, evitando las astillas cortantes, que, imposibles de encajar, van dejando pequeños espacios vacíos, confiriendo una curiosa segmentación a la imagen, ya de por si seccionada.
El puzle queda débilmente restaurado después de encolar todos los pedazos en el soporte de madera que sostenía el espejo.
Ahí estoy de nuevo,  sigo siendo yo.
A mi nueva imagen le han surgido algunas alteraciones incompletas y deformes, soy un todo de múltiples imágenes recompuestas, con surcos, donde el espacio ausente de  astillas interrumpe la continuidad alterada.
 He conseguido mutar la materia, poseo el poder de alterar, modificar, destruir, recomponer cualquier forma física manejable. Pero sigo siendo yo.



IBIZA
Mi curiosidad va en aumento cuando descubro que los pedazos de mi cuerpo seccionados han adquirido cierta gracia con la cirugía practicada.
Mi rostro ha perdido el equilibrio y se altera por el lado izquierdo con una débil brecha que junta mi ojo con mi nariz, mi boca muestra un rictus con aire de sarcasmo, casi me sonrío, sin estar yo sonriendo en mi imagen natural.
Y acabo agradándome en ese estado, compuesto por pedazos de mi misma.
Ese rompecabezas que soy yo, recompuesto centenares de veces, con esquirlas perdidas entre el tiempo y los sucesos, esos surcos imposibles de llenar con nada que no sea lo que he desechado por inútil e inservible.
Esa metamorfosis sucesiva, alimentada con desechos y reformas, con piedras preciosas y escarmientos múltiples.
Una imagen, una apariencia, un lapsus en el tiempo de los mortales, un simple reflejo apenas perceptible en el universo.




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