viernes, 8 de noviembre de 2013

EN EL VACIO


PINTURAS DE 

Victor Chab






El vacío era descomunal, nada donde agarrarse. Ninguna base solida, ningún reclamo, ni un solo argumento donde asirse; el vacío era inmenso, comparable solo al lleno en el que había vivido hasta caer en ese precipicio de la nada donde el desinterés le había sumergido.
Todos los caminos andados le condujeron hasta allí; las flechas indicadoras, los gepeeses , los mapas y las autopistas, los caminos rurales, las grandes aspiraciones, el despilfarro, las sugestiones, los llamativos anuncios, los intereses, retos, religiones, extorsiones y especulaciones.
Todo indicaba una buena retribución, el logro máximo para satisfacer la vida, el completo bienestar, el equilibrio, el relax intelectual, la mejor mejora para mejorar su estancia en este paraíso terrenal, superando el remordimiento, racionando las dosis de melancolía, subyugado hasta los límites por el amor hacia sí mismo, eliminando cualquier interferencia que pudiese profanar el concepto de la existencia que había elegido. Todo era perfecto, todo rezumaba plenitud y prosperidad.


Todos los esfuerzos de su vida estuvieron dedicados en alcanzar la cumbre, ascender a la cima del éxito, coronarla, colocar la bandera de la conquista, poseer todo cuanto ambicionase sin reparar en daños colaterales, cargándose cualquier medida, aplastando a todo aquel que interfiriese en su camino, convirtiendo en su enemigo a su propio yo, manifestado en impotencia para superar obstáculos.
Y si, lo había conseguido. Llego a la cima y desde allí pudo contemplar el resto de adversarios envidiándole, admirando su dominio. Fue el ídolo de los empresarios, el ejemplo vivo de los esfuerzos humanos, el líder, el maestro, el superhombre de los negocios.
Desde lo más alto que pudo alcanzar contemplaba orgulloso el ejército de hormigas, los vasallos, los infra hombres que pululaban como moscas en un pastel de mierda del que no conseguían levantar sus alas;  los peones escaqueando razones, los inconformistas reventando proyectos, los miserables pregonando espíritus ilusorios, los predicadores prometiendo cielos, los malversadores de conciencias, políticos cómplices, sicarios, redentores...todos sometidos, todos extorsionados. Todo ese ejército estaba bajo sus órdenes, todos colaboraron a conseguir su fin,  pero el fin justifica los medios y él había conseguido ese fin, los medios fueron necesarios.


Allí, en lo más alto, resumiendo el límite, no podía ascender más. No existía montaña más alta, no sin dejar el suelo que pisaba y eso suponía, invadir el espacio, pero para que eso fuese posible debería renunciar a todo lo conseguido.
Allí, en lo más alto, retando a las nubes, suplicando alguna cosa más, algo que intuía algo inmaterial que no lograba asir con sus manos ni comprar en mercado alguno.
Desesperado, allí, en lo más alto, reconoció su impotencia para sondear en los abismos de la nada, por vez primera admitió su derrota...tanto esfuerzo, tanto poder y desconocía el pleno para no caer en el vacío.
El vacio era descomunal, nada donde agarrarse, ninguna base sólida. En el compacto de ese vacío vislumbro el vórtice del abismo y se dejó arrastrar como una pluma sin pájaro, como una cometa sin hilo, como un fardo sin alma. Y cayó, cayó y fue cayendo, hasta chocar con la materia inerte, hasta destrozar su cuerpo en un inicio. Allí, a los pies de la montaña, en el suburbio de la vida, entre peones y chusma, entre vómitos y sangre, reptando por el suelo, buscando una razón sin imagen, un sentido sin razón alguna, una montaña sin cima.
En el vacío....     


1 comentario:

Ana Muela Sopeña dijo...

Buenísimo, Genetticca...

Besos
Ana