jueves, 30 de enero de 2014

INCINERACIÖN



Roberto Ferri- Pintura Erótica-öleo
Fue un flechazo a primera vista. Ella compraba unos zapatos, el los despachaba. El primer contacto con su piel provocó chispas en ambos recipientes mientras él con delicadeza, tomaba su pie con una mano y con la otra introducía el pie en el zapato.
La tienda desapareció, junto con todos los elementos y la gente que había dentro Sus ojos delataron el deseo exento de preguntas. Defectos y virtudes, currículo y estado, posición y  carácter. Todo quedaba excluido en aquel deseo delator que les imantaba.
-Si fuese mío el negocio, dijo él, le regalaría estos zapatos, para que el cuerpo más bello del mundo pisará eternamente mi corazón.
Ella, acostumbrada a los piropos consentidos y sin sentido, soltó el pie de la mano que lo electrizaba y mirándole fijamente a los ojos añadió.
-Si fuese suyo el negocio quizás no estaría despachando, así que pagaré los zapatos y guardaré su pretensión en mi monedero.


Pancho Alvarez-Pintura Erótica-Óleo

Las luces volvieron a encenderse y la gente reapareció. El mundo que les rodeaba, ajeno a la escena de amor que se representaba, provocaba un murmullo de voces que sonaba como música. El escenario se ilumino de colores y una alfombra color carmesí se extendió bajo sus pies mientras avanzaban a cámara lenta por el tramo que conducía a la caja.
La acompañó hasta la puerta decidido a no perder su rastro.
_Quiere cenar conmigo esta noche?
Ella, con el vientre lleno de lepidópteros y hormigueo en las piernas, le miro de soslayo mientras esbozaba una sonrisa afirmativa con los labios y devoraba el cuerpo del postor con los caninos y los incisivos.
-Acepto, pero yo elijo el restaurante.


Autor desconocido

Así, con frases y deseos, hambre y pasión, se iniciaba una relación en la cotidianidad de la vida que se prolonga más allá de la extinción de todo inicio sin expectativas de futuro. Servida la comida solo espera ser alimento, dejando un rastro de nutrientes para subsistir y eliminando los desechos innecesarios.
La cena transcurrió plagada de romanticismo. La conversación se alejaba de todo lo real, fantaseando a cerca de paraísos y deseos de felicidad permanente. Ambos tejían un mismo deseo y ninguno de los dos  quería delatarse, así que mientras saboreaban una cena para dos en un pequeño restaurante repostando energías prestas a ser quemadas del modo más primitivo, no cesaron de mirarse a los ojos, intuyendo que la noche sería extensa y prolongada hasta el amanecer.


Pintura Erótica-Acuarela
Son escenas que se representan minuto a minuto, día tras día, año tras año, en el escenario de la vida, que maneja los deseos a su antojo para perdurar en la supervivencia.
Adán y Eva dejaron el restaurante y flotando en una nube de vapor incandescente salieron a la calle. Despedían un aroma a carne en ebullición que contagiaba a los transeúntes, éstos percibían el aroma y desviaban sus instintos hacia deseos subterráneos y fecundos.
La decisión estaba tomada. El ritual se celebraría en el apartamento de él.
Mientras entraban iban despojándose de las ropas, el grado de ebullición, llegado al límite, desbordaba el deseo por todos los poros de la piel, emanando un aroma a quemado, casi chamuscado.
Se besaron entrelazando las lenguas, saboreando sus respectivos paladares en las cavernas del amor. Se abrazaron, arañaron, estrujaron, de arriba abajo, de abajo arriba, se despojaron del miedo lanzándose a los abismos del origen, sepultando la represión, ensalzando la bestialidad. Forcejearon cediendo a lo excéntrico, reventando tabús, kamasutreando, regalando esencias y posturas, desgastándose, rellenándose, vociferando susurridos y reprimiendo gritos.


Servando Cabrera-Pintura Erótica- Óleo
Así hasta el amanecer. Exhaustos, entre sabanas desparramadas y restos de batalla donde el triunfo apalancó en deseo temporalmente.
Abrieron los ojos hacia medio día. Corrieron a la ducha y reincidieron. El agua caliente resbalaba como una catarata de origen ancestral mojando el amor que insaciable, se dejaba vivir en toda su intensidad química y e irracionalmente, como en una película sin censura ni guion.
Alternaban el desgaste con la nutrición, así, entre hambre y saciedad pasaron dos días encerrados en el apartamento.
Agotaron las existencias, se desparramaron por los sentidos, ignorándolo todo de si mismos, sin antecedentes,sin revisiones, exprimiendo la existencia para extraer el néctar del subconsciente.
La chispa que encendió el fuego se consumía, dejando un rescoldo de cenizas color cansancio.
Volver a la realidad fue cosa de segundos. Fuera la vida era la misma, inevitable volver a la rutina convencional, al uso frecuente de lo cotidiano, la vulgaridad de la necesidad, el exterminio de la contemplación. La realidad.
Ella no volvió a la zapateria, él continuó acariciando pies esperando una nueva descarga.
Historias precipitadas donde la pasión encuentra su desahogo. Amores temporales que se agotan en su propio inicio. Pasiones humanas que nos ayudan a conllevar las monotonías, ahuyentar el estrés, soportar el vacío de la vida.
Desahogo de la carne que oculta el alma, aunque ésta sigue subsistiendo bajo la piel que nos conmueve, receptiva, intacta, incombustible.










lunes, 27 de enero de 2014

CASOS Y COSAS



DIEGO RIVERA
El agua cae sin prisa sobre un paisaje gris lleno de cosas y casos; cosas existentes que desencadenan casos; inseparable aleación de entre lo inerte y lo vivo.
Las cosas son todo lo que existe, sea irreal, concreto o abstracto. Generalizadas, constituyen un amasijo común, carente de personalidad. Separadas, las cosas, reciben cada una de ellas, un nombre propio que las identifica.
Las cosas son cuerpos inanimados que proporcionan lo necesario a los seres animados que las crean, modifican y comparten; aunque a causa del desorden de las cosas,  unos seres acaparan mucho  y otros carecen de todo.
A la lluvia le trae sin cuidado donde cae. Las nubes, arrastradas por el viento, se desplazan soltando su lastre, liberando su masa corpórea sobre casos y cosas.
Las nubes obedecen sistemas climatológicos, se forman  por leyes naturales, esas leyes se muestran generosas en algunas latitudes, en otras, las mismas leyes, oprimen los casos, haciendo que las cosas prescindibles carezcan de valor ante la necesidad vital de las cosas nutritivas.
La causa; una sed insaciable; una sequía que obliga a los seres animados a desanimarse, padeciendo  esa escasez líquida que cuartea la tierra y agrieta la piel de sus moradores pegándose a los huesos, como si quisiera apagar su sed con la propia sangre.
Las cosas animadas reciben esa riqueza líquida que hace sostenibles las cosas y los casos. El cielo se esconde tras las nubes, y el sol se impacienta por absorberlas de nuevo.
Lo animado se mueve bajo la lluvia con actividad frenética. A resguardo permanece fragilidad del tiempo. La tierra absorbe el agua y ésta, desciende hasta el subsuelo en ríos oscuros, ocultos a la luz.
En su trayecto alimenta raíces y semillas, arrastrando remotos tiempos en su misma trayectoria, entumeciendo los viejos cimientos de la humanidad.




Las cosas se suceden con la monotonía de lo cotidiano. En algunos casos renacen ideas nuevas, que construyen nuevas cosas para mejorar lo caducado.
A pesar del tiempo transcurrido, de tantos millones de años acumulados, la rutina de la lluvia siempre parece nueva;  las nubes coagulan el tiempo una y otra vez, dejándose vencer por la sobrecarga vaporosa, liviana y efímera.
Los casos se intercambian, mudan, transmutan, suceden y desaparecen. Los casos son la temporalidad de lo animado. En esa temporalidad permanecen inscritos los destinos y las acciones.
En los casos se debate el valor de las cosas. Se revalorizan los sistemas y se destruyen y construyen proyectos. Las cosas suceden según los conceptos y son accionadas por los accionistas animados, contribuyendo a que lo inanimado adquiera calidad de imperecedero, finalidad que solo garantiza el presente, pues ni casos ni cosas son eternos en su contexto, tal  y como lo conocemos.
Las cosas adquieren una importancia relevante cuando contribuyen a mejorar los casos vitales de los seres animados; nada es cualquier cosa, cuando hace referencia a los derechos humanos. Ningún animado puede prescindir de las cosas más esenciales, porque son las que le permiten seguir con vida.
Cosas y casos construyen el arquetipo del universo, unión inseparable que se sustenta con la acción continua de la creación, movimiento que obliga a las cosas a permanecer unidas a los casos, sin posibilidad de divorcio.





La lluvia sigue cayendo, mientras respiro pasivamente esa mezcla de oxigeno y vapor. Me distraigo con ese pájaro en la rama del árbol, ese arroyo que se va llenando, la nube que pronto dejará de ser, el verde intenso que desprende aroma....
Observo, más que miro, esa calma invernal que lo reposa todo, esas cosas que viven mi tiempo, esos casos que comparto, el intermedio en la tarea, el ejercicio que respiro. Y nada me parece feo, todo rezuma belleza, todo posee el encanto de las cosas vivas, aun cuando inanimadas, porque todo está en mí, siendo causa y efecto de un mismo caso y un mismo origen.





viernes, 17 de enero de 2014

RADIOGRAFÍA DE UN DICTADOR



DIEGO RIVERA 
Las dictaduras se sostienen por defecto-efecto de la ignorancia. Cuando son derrotadas, no se resignan, se mantienen a la espera de su resurrección, conocedoras del intelecto deficiente que predomina en todos los lugares del planeta.
Un dictador nunca duerme, sigue manipulando las neuronas mas  desnutridas desde su mentalidad de enfermo omnipotente, conocedor del sistema operativo predominante, calculando y midiendo el mejor momento para salir de nuevo a escena.
Un dictador es un analfabeto de la propia vida, que estima ésta como un método para someter bajo su propio analfabetismo.
Un dictador se disfraza de democracia para poder  interferir en sus cimientos, debilitando poco a poco su estructura para recobrar la confianza de aquellos a quienes previamente han ido desmoralizando con sus ataques de miedo, sus promesas de vida eterna, sus premios y castigos de ultratumba.
El miedo es inyectado disimuladamente, acelerando los mecanismos de opresión, recuperando viejos ideales del desván de los trastos viejos; se impone un orden desordenado que ordena el modo de vivir a todos aquellos que aun no han despertado a su propia vida. Se opera discretamente en confabulación con todos los dictadores esparcidos por el planeta, a la espera de su reconocida identidad como único medio de subsistir bajo una disciplina dominante, que asegura una mejor manipulación de las masas con fines pacíficos  y en el nombre de dios.

DIEGO RIVERA
Desgraciadamente son muchos más, los más incapacitados para ver, que los capacitados en discernir.
Por desgracia el cultivo de la ignorancia se mantiene sus constantes desde los tronos a los púlpitos, desde la miseria a la esperanza. Es muy fácil sobornar a quien nada tiene y todo lo espera, es muy fácil dejarse dirigir a cambio de eludir el trabajo de pensar por uno mismo.
Así que actualmente las quejas son un simple lamento que se extingue como un trueno después de la luminosidad del rayo. Nos están invadiendo y no vemos el invasor, nos están atemorizando poco apoco, desnutriendo nuestro potencial de lucha, cambiando guerreros por vasallos, retrocediendo hacia donde siempre estuvimos, sin ser conscientes de ello.
Nos atemorizan con crisis, nos desnutren de sabiduría; nos calientan el cuerpo con agresiones morales y nos recetan dosis de paciencia.
Ellos saben muy bien quienes somos, que carencias tenemos, que debilidades acusamos, que ignorancia cultivamos. Ellos son los profesionales de la masificación, los caudillos redentores, los que aspiran a la inmortalidad a través de sus crímenes y fechorías.



DIEGO RIVERA

Son  líderes que construyen dioses y en su nombre nos arrebatan la vida, son insaciables máquinas de reproducción cuya finalidad es la permanencia de  su genética, son estatutos que no permiten la entrada de nuevas ideas, de posibles grietas por donde penetre un ápice de luz.
Nos exigen a cambio de paz, nos arrebatan a cambio de cruz.

Hoy nos hablan de recesión, de sustracción de aquellos bienes que nos hemos ganado a pulso. Más tarde nos indican el modo de sustentar la calma previniendo la revolución con amenazas y represalias. Sacan sus nuevas leyes en tiempos de fútbol, olimpiadas, vacaciones, para distraernos del problema que se avecina.
Dicen que el problema fue causado por la oposición, para que confiemos en ellos, que a su vez, fueron el cebo que atrajo la abundancia para seducirnos con la facilidad y el préstamo.
Nos embargan las viviendas y rebajan nuestros sueldos. Limitan la sanidad y la cultura, refuerzan el miedo a base de estrategias milenarias, reponen el arsenal a la banca, con la intención de que volvamos a embargarnos, eliminan científicos e incrementan policías. Nos informan de los nuevos cargos militares y como quien deja caer un suspiro, añaden que se acercan tiempos difíciles y hay que estar prevenidos.

CIEGO RIVERA

Quizás soy demasiado suspicaz, quizás presto demasiado oído y atención a todo cuanto está sucediendo, quizás soy una visionaria cuya miopía es solo cuestión de dioptrías, pero puedo aseguraros que la trama está muy bien urdida, que todo lo que está ocurriendo lleva tiempo macerándose, que la única crisis es la falta de recursos intelectuales, la falta de esfuerzo mental para ver más allá de lo que nos quieren mostrar.

DIEGO RIVERA Y FRIDA KALO

Deberíamos luchar por el cambio, por la abolición de la opresión disfrazada de democracia, por nuestros hijos y nietos. Deberíamos ser mucho más conscientes de todo lo que se está cociendo en nuestra cocina sin percibir el olor, hasta que se queme lo que se está cocinando.
Solo con la unión  de todos, la fuerza, el desmantelamiento de sus proyectos con la invasión a sus ideas; todos, renunciando a posibles encantos, dejando un poco de nuestra apacible modorra y enfrentándonos a la realidad. Si nos unimos, ni el propio ejército nos abatirá.
Ellos dependen de nosotros, no a la inversa, suspender lo que les proporcionamos es la única arma con que contamos, cortarlos el suministro antes que nos quiten la vida. No debemos pedir permiso para manifestarnos, es un derecho constitucional y la constitución no se puede alterar sin consenso, al menos eso pregonan ellos.
Si con todo cuanto estamos presenciando, si con todo lo que nos están robando, la hipocresía , el desmantelamiento del bienestar conseguido, las mentiras, la manipulación de nuestros derechos, si no vemos claro, entonces es que nos merecemos esta dictadura encubierta, donde la política y el clero están confabulados.






martes, 14 de enero de 2014

CRIADAS Y SEÑORAS





Llenó hasta arriba la taza de café con leche y se dispuso a mojar en ella un pedazo de pan del día anterior.
El pan absorbió un cuarto de la leche reblandeciéndolo y cuando se disponía a llevárselo a la boca éste se partió, cayó con desmayo sobre el mantel. Con la cuchara recogió pasivamente  el chasquido de pan, que ya no contenía leche, ésta había sido absorbida por el mantel, dejando un círculo evidente denominado mancha.
No había dormido bien aquella noche, de hecho, esta perpetuación del insomnio era ya una constante. Se sentía triste, muy triste. Desde que Asunta se fue de casa nada era lo mismo, no tenía la menor idea de cómo apañárselas, todo estaba en el más absoluto desorden y lo peor de todo era que su alma también estaba incluid en ese desorden.
Se levantaba triste y se acostaba llorando. No había vuelto a dormir en la habitación que compartían. Se instaló en el cuarto del hijo, que se hallaba siempre de viaje debido a su trabajo de viajante de comercio y cuando venía, se quedaba en casa de su amiga.
Cuando Asunta vivía todo era fácil. Ella le cuidaba y consentía todos sus vicios, incluidos la pereza y el apego a la dejadez. Asunta acabó por claudicar, restituyendo el orden, colocando cada cosa en su sitio, caminando por la casa con un resignado silencio, como quien ha dado por imposible una misión  y acaba por aceptar que ese desorden venia incluido en el lote matrimonial, junto con los otros defectos y virtudes.



Su vida en común no tenía desperdicio, se habían amado y deseado, aceptado y aburrido, agotando el deseo y cambiando éste por paciencia y resignación.
Aunque él siempre mantuvo esa admiración secreta por la inmensa paciencia y abnegación de su mujer. Se iba a trabajar por la mañana, muy temprano. Volvía a medio día cuando se le antojaba, si no aparecían amigos con quienes compartir el entretenimiento de las conversaciones. Esos días Asunta comía sola, y guardaba en el horno la comida de su marido para la cena.
Después de su trabajo reincidía con los amigos para tomar unas copas en el bar mientras disfrutaban de un partido de fútbol o una partida de cartas.
Esas aficiones también las conocía Asunta y llenaba la ausencia de su marido tragándose culebrones de amor, aunque todo cuanto ocurría en esos culebrones le parecía ciencia ficción, ella nunca experimento tales conductas.
Solo tuvieron un hijo, porque el parto fue muy difícil y se opto por no tener más. Pero el hijo, dotado en gran parte de la genética materna, era un dechado de virtudes. Sin embargo en su genética paterna estaban impresos los defectos del padre, el gusto por el desorden y la dejadez. De nada había servido la educación insistente de la madre, la educación a que le sometía diariamente, el chico obedecía más el ejemplo del padre y se sentía más hombre actuando como él.
Jamás retiraron un solo plato de la mesa después de comer, ni recogieron la ropa del tendedero. Guardaban en el armario las ropas sucias junto con las limpias, los zapatos se esparcían por toda la casa. Periódicos, revistas, trastos varios, colillas, botellas, restos de comida. Todo se sembraba, pero no se recogía. Aunque no era esa la indisciplina que más le molestaba a Asunta. Lo que más la dolía era ese sentimiento de insignificancia, ese ignorarla y reducirla a un objeto cuya utilidad consistía en ordenar, servir y callar.




Las conversaciones entre ella y su marido eran escasas y éstas se limitaban a preguntar o pedir. El hijo nunca estaba en casa, disfrutó con él cuando era niño, pero había crecido muy deprisa, dejándola con los pañales tendidos en la tristeza.
Ahora él se daba cuenta de la importancia de ese orden que siempre había creído una soberana tontería.
Ahora entendía lo complicado de esa labor que venía implícita en la ley de supervivencia, esa empresa donde él ejercitaba la despreocupación y su mujer la resignación.
No tenía camisas limpias y cuando necesitaba una la buscaba en el cesto de la ropa sucia junto con otras prendas que esperaban su turno para ser lavadas.
El ritual de la higiene se había convertido en una pesadilla, no tenía ni la menor idea de cómo limpiar y ordenar la casa, todo se le antojaba una tarea difícil e insustancial, limpiar, para volver a ensuciar, todos los días lo mismo.
Así estuvo Asunta durante más de cuarenta años, tiempo suficiente para haber aprendido, aunque solo fuese por observación.  Pero eso eran cosas de mujeres, el hombre es un macho, un protector, el que aporta la fuerza en la debilidad, un empleado en oficios mayores.
Se lamentaba silenciosamente entre el desorden y  el caos. Lo peor era ese desorden mental, mezcla de remordimiento y resurrección, un atraso en la lucidez de las conductas pasadas, una presencia dolida que le acompañaba sin estar presente la víctima.
Se lamentaba de su soledad, de su desgracia y en ese estado culpaba a Asunta el haberse muerto sin dejar instrucciones para combatir esa soledad de cómo componérselas sin ella.
La culpaba de su muerte por largarse sin su permiso, se sentía más traicionado que dolido, más decepcionado que arrepentido. Ella nunca advirtió de que eso podía suceder, nunca le dijo que algún día habría de ocuparse de sí mismo en el orden de su propia vida. Ahora, rodeado de platos sucios, ropa por lavar, objetos dispersos, envases vacíos, polvo, telarañas… y lo peor de todo, quería hablar y no había auditor, quería salir y no hallaba salida, ni amigos, ni fútbol.




Pasaba su vida sentado frente al televisor, ensimismado en los culebrones que sustituyeron el fútbol, diciéndose a sí mismo que eso era ciencia ficción. Hacer la compra era su mayor suplicio, imprescindible obligación que consistía en sobrevivir administrando la economía.
Pensó en contratar una asistenta, para suplir la que se había muerto, pero su paga de jubilado no le permitía esos excesos y aunque su hijo se había ofrecido para costear ese gasto él no había aceptado, porque sabía que su sueldo no daba para esos desmadres.
Así transcurrieron dos años en la vida de esa alma en pena que lloraba la ausencia de su mujer, más por los servicios abandonados que por el desamor que se había llevado con ella.
Le reprochaba semejante traición como si el muerto fuese él, como si la tarea de vivir fuese una condena.
Un día se planteó la cuestión de buscar una víctima con su misma soledad. Le ofreció alojamiento y comida a cambio de servicios. El amor no era necesario a esa edad, eso era cosa de jóvenes.
No halló la menor diferencia entre una víctima y la otra. 
 Asunta pasó a engrosar la historia como una más de las víctimas sin amor, sin poder abrir la boca para exponer sus quejas durante más de cuarenta años.





domingo, 12 de enero de 2014

ME QUEJO, LUEGO EXISTO




Nos quejamos y no sin razón. Nos quejamos y nuestros lamentos no llegan más allá de ser manifestaciones de enojo que solo sirven para exteriorizar un estado de cabreo que se ahoga en la propia manifestación, sin profundizar en el origen ni en la solución.
Me incluyo en esa maratón de inconformistas que se revelan contra un sistema que cada vez oprime con más fuerza, pero al que exigimos que el círculo opresivo tenga cada vez mayores prestaciones.

Todo problema,dicen, tiene solución, la cuestión está en ver si la solución demanda sacrificios que estamos dispuestos a llevar a cabo, porque ese sacrificio incurre en contra de nuestros intereses.
A todos nos parece mal que cada vez sean más frecuentes las perforaciones submarinas en busca de petroleo, que se invadan las profundidades selladas incluso a la luz para extraer de las entrañas de la oscuridad ese néctar espeso y negro que hace las delicias de nuestras demandas.
El petróleo vive sumergido en las entrañas de nuestro planeta, esté o no esté cubierto de agua. Exigimos y demandamos. Pero nadie esta dispuesto a prescindir de las comodidades que proporciona el oro negro, ni a las energías con que se mueven gran parte de nuestros motores ni a las sustancias químicas con que se elaboran miles de productos.
Nadie quiere renunciar a su coche, ni a las ventajas del plástico, ni a los viajes de avión ni a su yate.
Lubricantes y aceites, ceras y parafinas son utilizados para congelados;también como materia prima para confeccionar velas, fósforos papel, vaselina, fármacos,etc.

Con el cloruro de ponivinilo (PVC), por su alta resistencia a la abrasión y a los productos químicos, se confeccionan manteles y cortinas para baño, muebles, alambres y cables eléctricos, productos para riego, juntas,techado,botellas...
Pinturas, barnices,disolventes, fertilizantes, insecticidas,cauchos artificiales, poliester y muchos más.




Decidme. ¿Estamos dispuestos a prescindir de todo eso en favor de la naturaleza y del medio ambiente? ¿No son mayores cada vez nuestras exigencias?
Derrochamos y no reciclamos adecuadamente. Todo se acaba convirtiendo en desecho que se acumula en grandes montañas de basura, que seguramente, con otros cuantos millones de años y después de la extinción de nuestra especie y de las especies restantes ,acabe siendo otra vez petroleo; sustancia derivada de la putrefacción y extinción de restos que habitaron en este desierto planeta.
Es muy duro enfrentarse a la realidad y casi todos prefieren obviarla. Es muy cómodo esgrimir la bandera de inconformista, de anti sistema y de revolucionario, beneficiándose y exigiendo, evitando todo contagio moral y sin la consciencia del porque ocurren las cosas.


No, no estoy para nada a favor de que se sigan haciendo agujeros negros en nuestra superficie, agujeros de los que se extrae la energía que necesitamos y que a su vez engullen todo un sistema de productos y esencias naturales. Me pregunto si el petróleo no será también un producto natural, puesto que está incubado en las entrañas de la naturaleza., si no será la sangre de la tierra y nosotros los vampiros.

No estoy de acuerdo, digo, pero analizo el origen de mi desacuerdo y me muerdo las uñas y me estiro de los pelos, para vaciar expresiones de rabia, expresiones generadas por la clarividencia de los hechos, a los que me resigno como todo hijo de la madre que nos pario. La naturaleza.
Y es que la naturaleza más natural es exprimirnos los sesos con todo cuanto ocurre y el porque ocurre.




Así pues, si quiero seguir disfrutando de todos estos beneficios deberé resignarme a que se sigan abriendo brechas en la tierra y en el mar ; incomodas perforaciones que se llevan por delante vegetación y peces, animales y ecosistemas. Y pronto a la raza humana con nuestro consentimiento.
Puedo optar también por revelarme y ser fiel a mi conciencia, defender mis quejas con la práctica, dejando al margen todos los productos derivados y ceñirme al primitivismo.
Se puede.
Es una misión que parece imposible, pero se puede. Lo adverso de esa misión es que ya no se encuentran alternativas al cambio, todo está contaminado con la sustancia petrolífera, poco queda, por no decir casi nada.
La solución sería el sueño terminal al que recurrimos muchos cuando estamos hartos de todo, asfixiados y reducidos al minimalismo del ser.
Largarnos a una isla desierta, sin que nada nos contamine el cuerpo ni la mente. Lo malo de esta solución es la desintoxicación del veneno adosado a nuestra piel y a nuestra mente, costras químicas difíciles de despegar, vestimenta plastificada ocultando un esqueleto que pugna por desnudarse y volver a su carne original.



La isla desierta existe, es la parte más posible del sueño.

Pero...si todos nos largamos a una isla desierta acabaremos superpoblándola y posiblemente escarbemos el suelo buscando recursos sostenibles.
Esto no tiene arreglo.



jueves, 9 de enero de 2014

EL SIGUIENTE








El siguiente abrió la puerta con la ceremonia común que delata una educación de barrio.
La sala estaba repleta de siguientes, sentados y con cara de vacíos, que viene a ser más o menos la cara que ponemos todos cuando estamos llenos de angustia, desánimo y cansancio.
La estancia olía a sueño e indiferencia, que junto con el miedo, despedían un aroma de carne humana macerada en la impaciencia, un ambientador que se pegaba en las narices de la rutina y cuyo aroma pasaba desapercibido por quienes lo exudaban.
Silencio. Los corazones permanecían oprimidos entre dos pulmones acorazados por sendas costillas. Todos latían al unísono, con la monotonía de relojes adiestrados por no se sabe que domador.
En los rostros la existencia, maquillaba la expresión con ligeros toque de palidez y ojeras; todos los allí sentados padecían algún tipo de dolor que ocultaban con un recogimiento humilde y resignado.
La enfermera grito.
-¡Que pase el siguiente!
Y el siguiente que tenia la vez se levanto con el porte de un cordero que llevan al matadero y que nada puede hacer.
El médico ni se molesto en mirarle, ni tan siquiera aparto la vista del ordenador donde examinaba el expediente del siguiente afiliado a la seguridad social.
La enfermera le ignoraba, es decir, se mantenía en complicidad de estilo con el médico, como si el siguiente no existiese, como si fuese el siguiente de una larga lista de siguientes que cotizaban durante toda una vida para poder ser atendidos en caso de enfermedad, todos con el mismo dolor, el mismo porte, la misma actitud. Rutina laboral que acaba por aceptar que la enfermedad es cosa de todos los días.
-Haber, cuénteme, que le ocurre. (Sigue sin mirarle)
_-Pues que desde hace unos días me mareo y tengo dolor en el estómago. Las comidas no me sientan bien y me cuesta dormir por las noches.
-Ese es un cuadro típico de estrés. Vamos a ver. En que trabaja usted?
- Actualmente estoy en paro, pero soy albañil.
- Como usted me vienen montones cada día, no saben aceptar el problema y se martirizan con la preocupación. Mire, le recetaré unas pastillas para dormir y haremos unas analíticas generales para asegurarnos de que todo está en orden. De acuerdo?
-Pues lo que usted mande, que para eso es el especialista.
-El siguiente!







La señora siguiente arrastraba la pierna como si ésta se quedase rezagada del resto del cuerpo. Caminaba lentamente, sin que la enfermera le tendiese la mano ni le prestase ayuda, impacientándose por la lentitud de la doña, con cara de acidez y mirada que retaba a un duelo.
Sentóse la siguiente con una pose nada estética. La pierna estirada y el cuerpo como desmayado, echado hacia atrás con las nalgas a medio estadio.
-Haber, cuénteme que le ocurre.( Sigue en el ordenador)
-Tengo mucho dolor en la pierna, no puedo apenas caminar, por las noches se hincha como una pelota y no puedo dormir con esa tortura.
Se ha dado algún golpe?­
-No, no, se ha puesto así por capricho, llevo  más de un mes esperando que se me quite, pero cada vez es más fuerte el dolor.
-Bueno, se tomará usted estos calmantes y haremos unas radiografías para ver si algún músculo está dañado o si es cosa de los años, ya sabe, los años no perdonan….
Así, día tras día, rutina en los hospitales, rutina en las enfermedades, en las recetas, en las instituciones. Inevitable monotonía que reduce lo profesional a una pesadilla con la que hay que alimentar los días. Un trabajo remunerado, como cualquier otro, solo que en ese trabajo se  las máquinas son seres humanos.
Hasta que un día la enfermedad decide atacar al doctor que las alivia.
Desciende unos cuantos escaños, hasta una posición de paciente, con alguna ventaja de preferencia, siendo mejor atendido, escuchado, mirado a los ojos, analizado, bien medicado y examinado hasta en sus uñas.
Reclama tiempo, todo el tiempo del mundo en calidad de paciente; exige el máximo de atención, apremia a todo el personal, con un miedo que es incapaz de controlar.
Pero las enfermedades no hacen distinciones.
Se le ha detectado un cáncer  de colon demasiado tarde. Él, que tanto aconseja, dejo de prestar atención a su cuerpo cuando éste emitía síntomas de desequilibrio.
Hoy, a las diez de la mañana, sentado en una silla de la sala de espera, a la espera de recibir su dosis de quimioterapia, escrutaba discretamente a cada uno de los que, también, esperaban su turno.
Se ha visto reflejado en los otros rostros, se ha sentido un siguiente sin más relevancia que la de un cargo preferente. En su laboratorio interior se efectuaban los descubrimientos más sublimes transformando su dolor, en  comprensión, caridad,  tolerancia, dignidad, el reconocimiento, la igualdad y el amor.
El silencio en la sala era impactante, jamás hubiese pensado que el dolor fuese tan reservado, tan discreto, tan bien disimulado. Quería gritar, llorar de impotencia, remediar todo el dolor mundial a través de su comprensión del mismo. Pero allí estaba él, un siguiente, a la espera de ser atendido por los de su gremio, implorando un trato digno, una solución, un milagro.


Desgraciadamente en este mundo, todo se reduce a rutina, aquellos que ayer hacían un juramento hipocrático, se dejan vencer por las ordinarieces cotidianas, cansados de tanto mundo enfermo, impotentes.
Afortunadamente hay excepciones, médicos que se implican olvidándose de sí mismos, generosos, comprensivos, atentos al problema. Médicos que no se creen dioses, que enferman y mueren como todos los siguientes, médicos capaces de recetarse a sí mismos el don de la humanidad, la caridad, la profesionalidad.
Es triste pagar toda la vida un impuesto médico, para ser atendido, tal vez nunca, tal vez durante mucho tiempo. Es triste esperar largos meses para detectar enfermedades  ya incurables. Es triste acudir a consulta con un miedo irracional al propio médico, imaginando que nuestra vida depende de él, que está en sus manos.
Es triste tener que acudir a un médico particular porque no nos atienden debidamente y a su tiempo en los sitios donde cotizamos de por vida. Es triste esta sociedad de siguientes mal tratados, mal recibidos, mal gestionados y casi ignorados.
Es triste el trato que se recibe por parte de personal sanitario cuando ingresamos en planta, falta de cordialidad, cuidado en no hacer demasiado ruido, atención personal psicológica, malas caras, impaciencia…
En definitiva, mejor no necesitar nunca un médico, señal que disponemos de buena salud, pero nada nos puede garantizar que algún día seamos el siguiente, en una sala de espera, donde la realidad de la vida muestra su faceta más deprimente.

­




   


martes, 7 de enero de 2014

EL PEZÓN DE LÁTEX




ARTE CONTEMPORÁNEO-  MACAO
Le engañaron. Desde el primer día de su vida, le engañaron. Le quitaron el pezón de carne; jugoso y dulce pezón del que manaba el néctar proteínico, completo en defensas, caliente en su punto justo.
En su lugar le llenaron la boca con látex, rígido y áspero, con un enorme agujero para aliviar el esfuerzo de la succión, pero se  atragantaba tragando dosis de aire que hinchaba sus intestinos y el esfuerzo por eliminarlo era un suplicio. Del látex manaba un néctar sintético, elaborado,  con las mayores garantías de sanidad y los procesos más avanzados en imitación con la leche natural materna.
Pero el hambre obliga y a esa edad, principio de la edad, lo único realmente importante es comer y comer, eliminar y dormir.
 En su formación ósea, en sus incipientes neuronas, en su inexperto conocimiento del medio en el que se encontraba, él ya  intuía que todo era un engaño.
Sus ojos, cuando no dormía, investigaban colores y formas; sus oídos prestaban atención a la musicalidad de las palabras, por su tono, sabía si le acariciaban o si estaban enojadas; se arañaba con sus propias manos, en ese desajuste de los movimientos impulsivos intentando agarrar  inútilmente el aire.
Su vocabulario era gestual, sonoro y expresivo. Lloraba por hambre o por incomodidad física. Reía bobamente si estaba satisfecho y bien alimentado.
Era el centro de atención de sus progenitores, el juguete vivo con mecánica genética, el sucesor de edades, la continuación de la especie, el deseo cumplido, el desvelo, la creación, la siguiente generación…
Pero todo era un engaño. Lo supo el mismo día del cambiazo; el pezón por el látex.






Creció. Su nivel de realismo no superó la prueba; su tolerancia desprovista de muros con los que proteger la fragilidad dejó al descubierto un ser incapaz de soportar la dureza de la vida.
Encerrado en la magnitud de un paraíso sin dolor, donde el único esfuerzo consistía en seguir vivo sin preguntarse las causas ni analizar el proceso. Sus ojos, cuando no dormía, se introducían en los colores, mezclándose con ellos, absorbiendo la luz, desechando las sombras, navegando en un arco iris evitando las líneas rectas. Sus oídos captaban el sonido del mundo girando en su incansable monotonía, mezclando llantos y risas en una orquestada sinfonía, languideciendo hasta el orgasmo, donde nacían niños equipados con engaños.
Sus extremidades sincronizaban. Caminaba por laberintos sin salida, encontrando la única posible dentro del mismo laberinto; allí, entre retorcidos itinerarios, perseguía el néctar blanco y refinado, succionando la vida envasada en látex.
Sus manos apresaron el aire, respirando libertad sin límites, reventando sus arterias, estallando en luminosos fuegos artificiales que cada vez exigían una mayor altura donde estallar con mas ruido.
Un mundo sin dolor, una realidad sin engaños, un éxtasis continúo donde fraguar posibles eternidades libres de metamorfosis, ceder ante la vida insuflando el néctar de su mismo pezón, sin látex, sin agujeros, sin excesos de aire de aire.
Engaños sucesivos para mantener el ritmo.
Sus progenitores no descartaban la posible intromisión de un gen patológico, herencia de algún antepasado, un posible descarrilamiento en las vías de sucesión, una tara, un ajuste de cuentas, una desviación fortuita, un desarreglo emocional…
Algo había interferido en aquel nacimiento normal decantándolo hacia la anormalidad.
No existía comprensión posible. Le dieron todo, le amaron hasta olvidarse de sí mismos, le bautizaron, hizo la primera comunión, su bicicleta, su coche, su móvil, su alta fidelidad, sus copas, chicas, amigos, universidad…que más quería?
Que podía existir más allá de todo lo conocible?  Acaso existían mundos inaccesibles para la normalidad conocida?
Sangre de la misma sangre, con los mismos ingredientes, las mismas plaquetas, idénticos circuitos…
Impotentes asistían al deterioro, sin conexión posible hacia las causas que lo provocaban.
Encerrado en su propio mundo, subsistiendo en dosis de realidad producto del engaño, fue mermando su esencia, exigiéndole el cuerpo aquello que ya no toleraba.
Amaneció un día sin ojos, sin oídos y sin extremidades. El dolor reclamaba en exceso ser apaciguado. 

Estalló.
EVA CANTERO







sábado, 4 de enero de 2014

PARENTESCO






Contemplando mi aspecto morfológico construido a base de añadidos y herencias genéticas me vienen a la memoria los parentescos familiares con quienes conviví y otros a los que no pude conocer.
Padre y madre, los más allegados, me legaron gran parte de sus rasgos y sus gestos.
Soy un producto de aquellas personas, una nueva combinación de trazos y piezas heredados, formado por el medio en que vivo, un medio que es, en cierto modo, hechura mía, pero también de ellos y en parte de sus padres y de los padres de sus padres.
Cuando me pregunto quien soy me veo obligada a mirar más allá de un padre y una madre, a quienes conocí íntimamente.
Dos de mis abuelos murieron sin saber de mi existencia. Del paterno no quedaron ni fotografías ni referencias; durante la guerra civil española quemaron todos los archivos en el ayuntamiento del pueblo, despareciendo así los antecedentes, seccionando la historia de esos seres como si jamás hubiesen existido.
La abuela paterna y el abuelo materno, fueron dos únicas referencias donde espejarse, dos rostros y dos cuerpos que siguen en mi anatomía y en mi sistema nervioso visiblemente característicos, y que soy capaz de distinguir gracias al hecho de haberles conocido y observado.
De mis bisabuelos nada sé, ni siquiera por fotografías o anécdotas, aunque estoy segura que ya en ellos existía parte de mi herencia.
Hubo una época,hace 1.000 años, en la que tuve innumerables antepasados, todos entre sí contemporáneos que poblaban la mayor parte del mundo.
Si ningún pariente se casó nunca con otro, sin importar cuán lejanamente estuvieran emparentados debe haber habido más de mil millones, y todos debieron vivir más o menos en la misma época.
Primos segundos terceros y cuartos siempre se han casado entre ellos sin advertir su parentesco.
Mi familia es mayoritariamente española, concretamente catalana,hasta donde yo se.
Si hubo mezclas entre mis antepasados es algo que nunca podré averiguar, los apellidos se pierden en el tiempo y la memoria no alcanza allí donde no ha existido la evidencia.
Mezcla de campesina por parte de padre y de ciudadana por mi madre, mis tendencias suelen entremezclarse,favoreciendo mi personalidad en cada movimiento y situación.
Soy parte de todos mis antepasados, en mi cuerpo llevo sus genes , mi aspecto, mi forma, mis deseos, mi manera de pensar- , algo de cada uno de ellos.



¿Quien soy yo? Soy toda aquella gente. Una respuesta adecuada a la pregunta debe ser genética y evolutiva, que me permita relacionarme a toda la humanidad, a todas las criaturas vivientes.
Si soy capaz de tal respuesta , tal vez pueda en verdad saber quien soy yo, porque tengo un cerebro que me permite escribir, construir ciudades, inventar, conducir vehículos, volar hacia la luna.
Y sobre todo tal vez pueda saber porque puedo caminar erguida y hablar y especular a cerca de mi misma.
Hubo una época en que mis antepasados no podían hacer ninguna de esas cosas. En alguna parte de mi línea ancestral, en el límite de la humanidad, hay un eslabón que conecta a criaturas que claramente eran hombres con criaturas que no lo eran.
Esa unidad que soy yo, unidad en mi especie, construida por millones de unidades; esa compleja composición de nervios y neuronas, vísceras y órganos que tienen la función de sostener mi vida. Esa recopilación de fondos genéticos que prevalece en las generaciones,entremezclando razas y dividiendo vínculos, uniendo a los seres en una familia tan diversa y a la vez tan similar.
Las acciones se repiten en el tiempo sin que podamos percibirlo por las distancias; los errores se contagian y las bondades se prodigan, el miedo persiste y la opción a ser diferentes es una posibilidad que depende de cada estructura y de su manera de ver las cosas.
Entretenidos como estamos en ocuparnos de ese menester al que llamamos ley de supervivencia, obsesionados por el futuro incierto y obcecados por un presente en el que queremos rendir al máximo posible para asegurar ese futuro incierto, nos distanciamos de ese parentesco que nos une y nos convierte en fuerza humana capaz de cambiarlo todo.









miércoles, 1 de enero de 2014

PARTICIPACIÓN


ARTE CONTEMPORÁNEO-CHINA

Suelo levantarme muy temprano, cuando la noche se aclara por el este. Me gusta oler el primer sudor del día, metabolizar su esencia en los entresijos de mis carnes.

Los pájaros retoman su empeño en saciar sus pequeños cuerpos, fingiendo eternidad, libres de miedo, vociferando trinos  de resurrección.
El sol  emerge  ceremoniosamente del mar, la tierra se da la vuelta para repartir su efecto y en un incipiente bostezo, la vida, retoma su trabajo.

Dos palomas se aparean en un pino, un perro ladra; los gallos alardean de barítonos, un charco se llena de espejos.

La tierra exuda fragancias que se esparcen volátiles, mezcla de crudo y cansado; fértil inicio de semillas que una vez y otra se propagan silenciosas animadas por el viento.

La playa está desierta. Algunas gaviotas se disputan restos que los humanos desperdigaron. Dos barcas salen a pescar. El ruido de sus motores se mezcla con las voces de sus ocupantes. Un señor pasea con su perro; el perro entra y sale del agua entusiasmado con su juego, persigue una ola y ladra cuando ésta retrocede.

La orilla está llena de conchas y guijarros, pequeños despojos de lo que fue vida testimoniando su existencia de caparazón que resiste al tiempo. En verano la vida se dilata en horas, complaciéndose a sí misma.

Me siento individualmente entera, sin porciones de mí que se reparten. Quiero decir, que, mi importancia de ser obtiene consistencia, revalorizando mi pequeño espacio terrenal, como si todo el mundo fuese mío.
No existe angustia ni desespero, la vida me ofrece todo aquello que yo soy capaz de ver, divulga su escenografía y yo, como espectadora, puedo recrearme en esa obra, participando de la misma.



Sé que, mientras avanza el día, me iré llenando de las realidades que impregnaran mi cuerpo de miedos y preocupaciones. Sé que, inevitablemente, podré eludir la tragedia que infecta la vida virus y poluciones que convierten el escenario en un campo de batalla, donde cada ser lucha por su particular existencia mezclando su guion con el de otros.

Sé que, en un punto y aparte de mi propia existencia, soy responsable de existencias ajenas , que no puedo eludir mi participación el conflicto humano, que no puedo evitar sentirme cómplice de todo cuanto ocurre a mi alrededor.

 Pero ese inicio matutino, cuando el cuerpo está relajado, saciado de sueño, recién pintado con los colores de la paz, con la mente vacía de complejos; ese momento es pura vida y no la siento como una carga, a pesar de todos los argumentos que alteran su ritmo natural.

La importancia de cada amanecer, es poder estar vivo para verlo.