domingo, 12 de enero de 2014

ME QUEJO, LUEGO EXISTO




Nos quejamos y no sin razón. Nos quejamos y nuestros lamentos no llegan más allá de ser manifestaciones de enojo que solo sirven para exteriorizar un estado de cabreo que se ahoga en la propia manifestación, sin profundizar en el origen ni en la solución.
Me incluyo en esa maratón de inconformistas que se revelan contra un sistema que cada vez oprime con más fuerza, pero al que exigimos que el círculo opresivo tenga cada vez mayores prestaciones.

Todo problema,dicen, tiene solución, la cuestión está en ver si la solución demanda sacrificios que estamos dispuestos a llevar a cabo, porque ese sacrificio incurre en contra de nuestros intereses.
A todos nos parece mal que cada vez sean más frecuentes las perforaciones submarinas en busca de petroleo, que se invadan las profundidades selladas incluso a la luz para extraer de las entrañas de la oscuridad ese néctar espeso y negro que hace las delicias de nuestras demandas.
El petróleo vive sumergido en las entrañas de nuestro planeta, esté o no esté cubierto de agua. Exigimos y demandamos. Pero nadie esta dispuesto a prescindir de las comodidades que proporciona el oro negro, ni a las energías con que se mueven gran parte de nuestros motores ni a las sustancias químicas con que se elaboran miles de productos.
Nadie quiere renunciar a su coche, ni a las ventajas del plástico, ni a los viajes de avión ni a su yate.
Lubricantes y aceites, ceras y parafinas son utilizados para congelados;también como materia prima para confeccionar velas, fósforos papel, vaselina, fármacos,etc.

Con el cloruro de ponivinilo (PVC), por su alta resistencia a la abrasión y a los productos químicos, se confeccionan manteles y cortinas para baño, muebles, alambres y cables eléctricos, productos para riego, juntas,techado,botellas...
Pinturas, barnices,disolventes, fertilizantes, insecticidas,cauchos artificiales, poliester y muchos más.




Decidme. ¿Estamos dispuestos a prescindir de todo eso en favor de la naturaleza y del medio ambiente? ¿No son mayores cada vez nuestras exigencias?
Derrochamos y no reciclamos adecuadamente. Todo se acaba convirtiendo en desecho que se acumula en grandes montañas de basura, que seguramente, con otros cuantos millones de años y después de la extinción de nuestra especie y de las especies restantes ,acabe siendo otra vez petroleo; sustancia derivada de la putrefacción y extinción de restos que habitaron en este desierto planeta.
Es muy duro enfrentarse a la realidad y casi todos prefieren obviarla. Es muy cómodo esgrimir la bandera de inconformista, de anti sistema y de revolucionario, beneficiándose y exigiendo, evitando todo contagio moral y sin la consciencia del porque ocurren las cosas.


No, no estoy para nada a favor de que se sigan haciendo agujeros negros en nuestra superficie, agujeros de los que se extrae la energía que necesitamos y que a su vez engullen todo un sistema de productos y esencias naturales. Me pregunto si el petróleo no será también un producto natural, puesto que está incubado en las entrañas de la naturaleza., si no será la sangre de la tierra y nosotros los vampiros.

No estoy de acuerdo, digo, pero analizo el origen de mi desacuerdo y me muerdo las uñas y me estiro de los pelos, para vaciar expresiones de rabia, expresiones generadas por la clarividencia de los hechos, a los que me resigno como todo hijo de la madre que nos pario. La naturaleza.
Y es que la naturaleza más natural es exprimirnos los sesos con todo cuanto ocurre y el porque ocurre.




Así pues, si quiero seguir disfrutando de todos estos beneficios deberé resignarme a que se sigan abriendo brechas en la tierra y en el mar ; incomodas perforaciones que se llevan por delante vegetación y peces, animales y ecosistemas. Y pronto a la raza humana con nuestro consentimiento.
Puedo optar también por revelarme y ser fiel a mi conciencia, defender mis quejas con la práctica, dejando al margen todos los productos derivados y ceñirme al primitivismo.
Se puede.
Es una misión que parece imposible, pero se puede. Lo adverso de esa misión es que ya no se encuentran alternativas al cambio, todo está contaminado con la sustancia petrolífera, poco queda, por no decir casi nada.
La solución sería el sueño terminal al que recurrimos muchos cuando estamos hartos de todo, asfixiados y reducidos al minimalismo del ser.
Largarnos a una isla desierta, sin que nada nos contamine el cuerpo ni la mente. Lo malo de esta solución es la desintoxicación del veneno adosado a nuestra piel y a nuestra mente, costras químicas difíciles de despegar, vestimenta plastificada ocultando un esqueleto que pugna por desnudarse y volver a su carne original.



La isla desierta existe, es la parte más posible del sueño.

Pero...si todos nos largamos a una isla desierta acabaremos superpoblándola y posiblemente escarbemos el suelo buscando recursos sostenibles.
Esto no tiene arreglo.



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