viernes, 25 de julio de 2014

EL DIOS RA



El sol sale cada día para todos, no muestra preferencias por ser humano alguno ni discriminación; tampoco es racista, ni brilla más para los buenos que para los malos; ricos y pobres se benefician de su potencial con los mismos derechos y bendiciones.
El astro sostiene la vida, la fecunda, la incita, la colorea.
Permanece quieto, inmóvil, atrayendo hacia su luz planetas que giran incansablemente a su alrededor a distintas distancias, fríos y estériles los unos, enigmáticos otros, y el más cercano, La tierra, beneficiario directo de su proyección.
La Tierra, con mayúscula, es un pedrusco redondo, esmerilado, refinado y pulido por el centrifugado permanente,flotando en la gravedad del espacio, rodeada de cielos sembrados de estrellas, todas y todos amparados en un mismo espacio. El Universo.
A más no llego. Me quedo hasta donde mi vista y mi conocimiento me permiten. En el universo se mueven las energías, se desplazan los átomos, se diseñan las mayores obras de la ingeniería a las que el ser humano dedica horas y años, intentando averiguar el origen y finalidad de tanto milagro, y cuando llega a un punto de certidumbre, el punto cambia abriendo una nueva incógnita...así sucesivamente.

Quedémonos bajo el sol.

Mientras la luz asciende por el Este arrastrando hacia el Oeste las tinieblas,
se escenifican los acontecimientos rutinarios, actos y acciones emprenden lo cotidiano accionando lo que llamamos vida, cada una en su contexto, implicadas todas en un mismo fin. Sobrevivir.
Al sol le da lo mismo todo cuanto sucede bajo sus radiaciones. El sol permanece impasible, no se cabrea ni se emociona, no altera su constancia ni se desvirtúa. El astro se limita a ejercer su función, seguramente ajeno a su fin y nada interesado en conocer su origen.
Los beneficiarios de su existencia se desviven por su efecto, sienten en su piel el calor enervante de la naturaleza, dedicando sus energías al aprovechamiento de la luz, cumpliendo con sus deberes, racionalizando sus necesidades.
La tierra gira a su alrededor al mismo tiempo que gira sobre si misma, para un reparto equitativo de sus beneficios, de sus inseminaciones, de sus ocasos y sus renacimientos.
El sol es patrocinador de todas las culturas, de todas las existencias y todos los milagros. Si él, nada ni nadie serian posibles.
Nada es nuevo bajo el sol, se dice, por decir algo, digo yo...porque la novedad innovadora es seguir vivo después de tanto competir con el enemigo más temido, el usurpador más inesperado, el traidor mas conocido...La Muerte.




Al sol le debemos casi todo, por no decir todo. Cada semilla fecundada ha cumplido millones de veces las ordenes de su benefactor, reproduciéndose a si misma desde su origen, colaborando al mantenimiento de la existencia para alimentar a sus moradores. Cada ser vivo se alimenta de sol en cada ingestión, distribuye por su organismo las dosis de energía provenientes de sus explosiones, activa sus miembros, oxigena sus neuronas,regula sus tensiones gestionando a cada momento su estado de salud.
El sol afecta nuestro carácter, influye en nuestro estado de ánimo. Somos más alegres y animosos en verano que en invierno, donde buscamos su calor para colorear nuestra piel y regenerarla.
Los países donde el verano es permanente y las lluvias una estación prolongada, son exuberantes en su flora y su fauna, las gentes mas esplendorosas las preocupaciones más pasajeras.
Por designios del poder poderoso que todo lo puede, me refiero al imperio de las mafias que dominan y transforman todo cuanto manipulan en favor de sus incrementos y sus posesiones, el sol altera la calidad de vida de muchos terráqueos, que se ven obligados a las sequías permanentes y malnutriciones, a exposiciones prolongadas bajo calores infrahumanos.
El sol, por si solo, es suficiente, pero necesita la colaboración del agua, la humedad necesaria para llevar a cabo sus efectos. Él absorbe y devuelve , el reseca y alivia, crea vapor y nube, se esconde tras su sombra y permanece inmune a los efectos radioactivos.
Sin su luz, la luna, pasaría desapercibida y los enamorados carecerían de tema para sus exposiciones, las brujas la desafiarían y las noches serían eternamente oscuras.
Gracias al sol el mar se llena de tornasoles, de chispeantes luces, de translucidos fondos.
Todo hierve bajo el sol. Todo sacrificio carga con su insistencia, toda luz se alimenta de oscuridad. Cada ser vive según su área luminosa, su ánimo instintivo, su voluntad de ser .

El sol sale cada día para todos, disfrutarlo pues. Buenas vacaciones.










viernes, 18 de julio de 2014

DESPERTAR





El momento más importante del día es sin duda alguna el despertar. Abrir los ojos a un nuevo día es la rutina que conlleva la mayor carga de energía presta a ser desmenuzada .
Como toda costumbre y más si la hemos convertido en mecánica, la importancia de ese momento nos pasa desapercibida, y lo único que nos conmueve es la pereza, el desentumecimiento y la sobrecarga emocional que nos obliga a levantarnos para hacer un montón de cosas que no nos apetecen.
Cada ser reacciona de diferente manera, a pesar de que la inercia del suceso es la misma en todos los humanos, quiero decir que el acto en si contiene una razón unánime. Despertar después de dormir es lógico y natural, lo que no es tan lógico ni natural es despertarse cansado o malhumorado, lleno de rabia o cargado de preocupaciones.
La primera reacción es biológica, hay que desalojar las vísceras y aliviar el cuerpo. Acto seguido, pensar...o no... depende de cada uno.



Pensar es también una rutina que nos impone la existencia; somos animales racionales, cavilamos, elucubramos, especulamos, distinguimos, o no, los efectos colaterales que causan nuestras acciones, la repercusión medioambiental que contaminamos con nuestras ideas y sobre todo, la energía que malgastamos en dejar a un lado nuestra verdadera identidad para ser aquello que nos obligan a ser, pensar lo que nos dictan y mantenernos al margen de investigar quienes somos y quienes son los que se toman tanto trabajo ( bien remunerado) para dirigir nuestras vidas y nuestros despertares.
La insatisfacción es la reina, la nota predominante en la mayoría de despertares. Abrir los ojos y, en la penumbra, ver más luz de la que veremos en todo el día. El lapsus relajado que nos otorga la conciencia, ese momento de lucidez reservada solo al despertar, es un bien que pasa lastimeramente.
En breves minutos consumimos todo el trayecto de nuestra existencia. Tal suceso ocurre sobre todo en aquellas personas que día a día se van sobrecargando de pesadumbre y descontento,insatisfechas con lo que son y con lo que les hacen ser.
Son apenas unos instantes de lucidez mental, lucidez esporádica y reactiva que insiste en iluminarnos cada mañana, recién salidos del coma soporífero del sueño y prestos a seguir el día con más de lo mismo.
El despertar de un niño en su primera infancia es un reclamo a la necesidad que le obliga a seguir vivo. Su fijación es el hambre, la higiene, las dosis de amor que le hacen humano,la ternura, la protección...
En el despertar de un adolescente predomina la fantasía. El mundo es del color que él quiere y lo diseña según sus cálculos y mediciones. Todo despertar esta lleno de vitaminas y estimulantes, no necesita pensar, es actividad pura y sin restricciones.



La adolescencia es temporal, como sus despertares. Cede paso al realismo puro y duro de las insatisfacciones. La juventud es la toma de consciencia por la fuerza y la alternación de la misma por sus repercusiones.
Así seguimos después de aceptar que entramos en años, despertando con alteraciones cardíacas, abriendo los ojos de manera mecánica, deseando el despertar de un niño para obligarnos a seguir vivos.
Envejecemos. Alargamos el hospedaje entre las sabanas todo cuanto podemos. Abrir los ojos da miedo, es casi una obscenidad ver en lo que nos hemos resumido. Un tiempo de vida que ha transcurrido entre el despertar y el sueño, con intervalos de vida activa, donde no hemos abierto los ojos más que para continuar ciegos y dormidos.
El despertar debería ser un agradecimiento diario al renacimiento. Abrir los ojos y ver la luz después de haber permanecido unas horas en el país de quien sabe donde, sumergidos en la nada que todo lo sabe, desamparados de nosotros mismos, cobijados por la noche que todo lo pierde.
Despertar y sentir que estamos vivos, que pertenecemos al primer mundo donde el agua caliente desentumece nuestra epidermis y el aroma de café despeja nuestros sentidos.
Agradecernos el derecho a ser más que otros sin haber ganado ninguna batalla propia ni arriesgado nuestro sentido común en merecer tal derecho.
Abrir los ojos retando a lo imprevisto, sin planes previstos ni aturdimientos mentales, recobrando esa infancia donde solo pretendíamos crecer, ajenos a esa pretensión, guiados por el instinto, respaldados por la necesidad.
Despertar es un acontecimiento solemne, una bienvenida, un punto y seguido a la vida, la simplicidad de lo permanente, la osadía de seguir, el culto al sol, la realidad de ser.
No olvidemos nunca nada de eso cada vez que abrimos los ojos, el resto del día podemos seguir, si lo preferimos, inmersos en la ceguera total de lo cotidiano.




martes, 1 de julio de 2014

LA PROFUNDIDAD DEL MIEDO





La profundidad del miedo es infinita, inconmensurable, indestructible.
Cada átomo tiene su porción, compartiendo espacio con la inteligencia para disuadirlo, la fuerza para soportarlo y la capacidad para reconocer su origen.
El miedo es un sentido añadido a la totalidad de los sentidos,todos ellos se resienten y deterioran con su efecto.
Se nos pone la piel de gallina, como primera reacción ante el miedo y el corazón acelera su ritmo. Hay quien se caga de miedo y también quien se paraliza.
Su capacidad de destrucción es tan grande que maneja la sabiduría del mundo y la convierte en pánico colectivo.
Es el coco que mece la cuna, la bruja piruja que devora niños desobedientes, el demonio, el fruto prohibido, los diez mandamientos, los experimentos irracionales, el poder, la bomba atómica...
Es el arma de destrucción masiva más eficaz, el encargado del mantenimiento interno, el dictador con más experiencia, más antigüedad y el causante del estancamiento evolutivo personal y social.



Es el primer síntoma que aparece, junto con el hambre; aliado con la oscuridad,
socio de la ignorancia, traficante del remordimiento.
Nadie se libra del miedo, es un factor añadido al cuerpo, como las extremidades los órganos y las vísceras, devorando lentamente su integridad, circulando por las arterias como un colesterol maligno, absorbiendo la médula hasta el cerebro, causando verdaderos estragos emocionales.
Nadie acude al médico por estar atacado de miedo, el mero hecho de acudir por otras causas ya provoca el miedo. Sin embargo es el virus que potencia el resto de enfermedades y a su vez son estas las que aumentan el miedo.
Existen métodos disuasorios para sacudirlo, para alejarlo y mantenerlo a raya. Todos ellos son atenuantes que actúan como engañabobos, con el consentimiento del bobo, ha veces desconoce el engaño, otras lo acepta.
Las drogas, los fármacos, el alcohol, en desproporción o como habito , son amigos que más tarde o más temprano reclaman su servicio, exigen mayor cantidad y abren las puertas del subconsciente apareciendo todos los miedos acumulados retenidos, más los añadidos por el malestar.
Todos los miedos derivan de un único miedo. El miedo a la muerte.

Afortunadamente la vida ofrece distracciones suficientes para evitar pensar constantemente en ella. Pero a la muerte le basta una décima de segundo para hacer acto de presencia y acabar en un suspiro con el suspiro.
Si pensásemos más asiduamente en la muerte corregiríamos detalles que nos conducen precipitadamente a ella.
Curiosamente cuando eludimos el miedo, cuando nos atrevemos a las temeridades más temerarias, cuando llenamos la mente con imposibles y nos obstinamos en conseguirlos cueste lo que cueste, cuando nos atiborramos de mierda ingerida y mierda obligada; en esas ocasiones envalentonadas donde nos enfrentamos al miedo sin conocer su arsenal...
Todo el trayecto de vida se ve amenazado por un fin común, no se salva nadie.
Pero ese trayecto está lleno de escollos, de malestar, de lucha, de incertidumbre e inseguridad. Es el trayecto lo que produce miedo, dolor y angustia. Con la muerte se acaban los miedos.




Existen,pero, verdaderos expertos en generarlo, esperpentos llenos de miedo que exteriorizan su miedo causando miedo a los demás.
Conocedores del mecanismo que lo acciona manejan dioses y dictaduras, siembran carencias y pregonan biblias y coranes, erigen ídolos de cartón piedra, de barro, de madera, materiales todos biodegradables ,como sus dioses.
Son los suministradores del pánico, los que mantienen un orden común que les favorece, adiestran mentes inyectando miedo, fomentan el machismo, la xenofobia, la incultura, el hambre. Trafican con experimentos químicos, virus, epidemias.
Ellos no creen en dios alguno, saben que no existe por eso no le temen ni a él ni a sus represalias.
Dios existe porque existe el miedo. La necesidad de que exista es por interés personal, todos le pedimos algo, todos confiamos en que resuelva nuestros problemas, todos esperamos milagros y reencarnaciones...no queremos perder nada de lo que tenemos, queremos volver una y otra vez, aunque sea para seguir soportando el miedo.


Con la muerte dejamos espacio para nuevas vidas, oportunidad para regeneraciones, posibilidad de evoluciones culturales que liberen las conciencias y descubran el potencial manipulador del miedo.
Y el universo se mofa de nosotros. Insectos espaciales hambrientos de nada y saciados de miedo. Indefensos planetarios que miramos al cielo esperando una luz que ilumine nuestras mentes, un retorno que colme nuestras ambiciones, una inmortalidad que garantice nuestra ignorancia.
En el origen de las estrellas esta el verdadero dios, la fuerza de la vida, el sentido de la nada. Aquello que hagamos bien sera la herencia futura,la religión sin ídolos, el bienestar y la sabiduría.
Grandes como somos ante la prepotencia ,e indefensos ante el miedo que nos consume, mortales ,al fin y al cabo.