jueves, 24 de abril de 2014

VACÍO





Estoy vacía.
Doy constancia de este estado de gravidez pesado y monótono que me ataca de tanto en tanto, sin saber exactamente las circunstancias que provocan esta insuficiencia creativa que me mantiene en suspensión entre ser yo, o descansar de mi misma.
Este es un virus sin prescripción facultativa que ataca y vulnera la porosidad del alma, infiltrándose calladamente, absorbiendo los jugos del numen, paralizando todo mecanismo externo que pudiera insinuar un ápice de actividad interna capaz de transformar lo cotidiano en excelente, lo vulgar en poesía, las maniobras superficiales en obras de gran tonelaje donde excretar el máximo de fluidos líquidos y sólidos contenidos en la sangre.
Es un deterioro sin precisión ni tiempo. Es un estar muerto a sabiendas que se está vivo: una morbosidad consciente que degenera la parte intuitiva y la convierte en pesadilla condicionada al poder de las indecisiones.
Una quiere y no puede; se sustenta irracionalmente de su propia desgracia engañándose a si misma con argumentos de folletín barato, descendiendo a los suburbios del inconsciente ,escarbando en las mazmorras ancestrales para encontrar un significado a tal vacío, un espacio vital donde un extirpar las vísceras del aburrimiento y hacer con ellas una obra de grandes dimensiones.
La autopsia no da resultados de envenenamiento alguno. Todo parece estar en orden ordinario y convencional; no se detecta pasivo ni activo: el asco es un detonante que no estalla, solo inquieta.
Así pasan los días con sus horas, sus minutos, sus segundos y sus milésimas.
Todo paralizado.





El vacío es un espacio lleno de todo, solo hay que saber en que momento se percibe movimiento. Se ha consumido la energía y debe recargarse. Pero la espera es pasiva no se acepta, inquieta y exige reposo.
No es la primera vez que esto me ocurre y sospecho que tampoco será la última. Si tuviese que describir los síntomas más relevantes los diseñaría en un escenario completamente en blanco con un punto negro en el centro. Situada en el centro de ese punto divisando un universo de nada, un infinito espacio en blanco carente de actividad, de color,sin sonido ni aromas: una inmensidad donde la única referencia de mi existencia es ese diminuto punto negro que se sostiene para sostenerme ,evitando mi definitiva caída hacia la nada.
Mi naturaleza me exige más de lo que me da. Mi carácter es fuerte pero vulnerable, se distorsiona cuando los elementos se niegan a colaborar en el crecimiento,con el poder que me otorga el entendimiento. Quiero atravesar los límites de la paranoia, deshacerme de todo lo inculcado,erradicar toda semilla plantada durante la ausencia de mis misma ,mientras esperaba el germen de la sabiduría.
Un universo en blanco ausente de colores y dinamismo. Un enorme lienzo invalido y yermo , a la espera de mi vuelta, de mi potencial encarcelado, de mis delirios de ser vivo y latente desvirgando sentimientos vírgenes.
Pero todo subyace en el invernadero aparatosamente camuflado bajo toneladas de espeso estiércol, terreno abonado por experiencias fofas y desgarbadas, sedimentos fósiles que tal vez nunca vean la luz del sol,ni aborten fetos mal engendrados.
Es un tiempo de espera desesperante; un tiempo sin matices ni líneas. Completamente blanco.
Tengo un refugio, construido a base de mis propios despojos. En el suelo cobijarme en tiempos de nada, escondida de mi misma, sonriendo bobamente a todo aquel que me mira con extrañeza porque no me ve: un refugio para esconderme cuando me apetece ser de nadie, cuando las horas me devoran con ansiedad carnívora.

A LA ESPERA-  óleo- THERESSA

Puede parecer un tanto dramático este desespero, para todo aquel que nunca se ha sentido vacío, para quien no ha sentido nunca la ausencia de si mismo, ni conoce la plenitud inquietante de la creatividad.
Me anima el silencio que entre la niebla me alerta de un mundo más allá del blanco. Me mantiene en el formol conservador dentro de un tubo de ensayo, como cuando era un feto sujeta al cordón que me alimentaba y nada sabía del exterior que me esperaba.

Escribo, porque las letras supuran desde esa caverna del intelecto que se resiste a la parálisis total.
Cuando escribo ensucio el blanco con el vómito expresivo de aquello que sienta mal y que se debe expulsar. A la vez digiero, adiestrando al cuerpo a ser contenedor de vacíos y repletos.
Es un tiempo opaco sin opción a nada. Tiempo de sentencia por infringir las leyes de la espontaneidad, por engendrar forzudamente estados ingrávidos flotando en el espacio sin apenas saber volar.
Estoy vacía.








jueves, 3 de abril de 2014

MICROORGANISMOS AEROBIOS





Existe un desencanto global que afecta principalmente a la sensibilidad. Una enfermedad del alma que disminuye las defensas que estimulan las ganas de vivir, de amar, de crear.
La humanidad envejece sin haber sido joven. Se aceleran los mecanismos que destruyen el ambiente, creando una especie de resistencia ficticia que cada vez se infecta más con las malas costumbres y los experimentos para soportar de manera sintética la falta de oxigeno.
Cada ser, individualmente, soporta como puede la asfixia,cada unidad cerebral ordena a sus neuronas resistencia y tolerancia para descongestionar en lo posible el caos mental que nos involucra en una locura colectiva.
No existe espacio en el alma, ni percepción en el cuerpo para pensar en nadie más, aparte de uno mismo. No tenemos tiempo ni espacio para remediar el dolor descomunal que afecta a la otra mitad de la humanidad que sobrevive sin voluntad ni fuerzas para averiguar el porque de su mala suerte, el porque de sus destinos carentes de todo.
Estamos globalmente enfermos, nos contagiamos unos a otros a través de la respiración. 
Hemos contaminado con nuestras ambiciones hasta el mismo aire que respiramos.
Ese aire que transita de un espacio a otro arrastrando nubes y sembrando campos, afecta de manera directa a todos y cada uno de nosotros, diseminando muertes y proyectando sumisión, desencadenando conflictos y reduciendo el sistema inmune que sostiene la naturaleza.
Cada vez es mayor el desinterés por todo, cada vez nos afecta menos la discapacidad del alma que se ha visto obligada a ser un elemento combustible sin otra misión que la de pasar desapercibida, debido a su invisibilidad.



Nuestras creencias se sostienen a base de doctrinas cada vez más opresivas, cada vez más reaccionarias, sujetas todas ellas a un pacto de fe que nos sustenta bajo la protección de dioses prefabricados con materiales de construcción y derribo, todos ellos también invisibles, pero contundentes en sus leyes, obsesivos en sus reformas, criminales en sus castigos.
No hay espacio en nuestras vidas para pensar en la vida de otros. Amamos con prisas y pactando tiempos y medidas que comercializan el amor con fines interesados. Destruimos, conscientes de la mala herencia que dejaremos a nuestros descendientes, aquellos que heredaran incluso ese aire contaminado, exterminio total de semillas y buenas voluntades.
Hemos tomado decisiones nefastas que nos afectan en grandes proporciones, decisiones indisolubles al tiempo y el espacio, porque las reafirmamos en cada obstáculo que interfiere en nuestros intereses, en nuestras ambiciones, en esa inagotable sed de poder y tener que resume la existencia en una lucha constante donde todo acaba en extinción y muerte.
Estamos incapacitados para pensar por nosotros mismos, a fuerza de dejar que se piense y se decida por nosotros. Hemos dejado en manos ajenas nuestras vida confiados en las buenas intenciones de aquellos que gobiernan en nuestros hogares, en nuestras mentes, que invaden nuestro espacio más intimo despojándolo de toda personalidad, de todo rastro que delate un perfil autónomo e insumiso.
Ellos nos llevaran por su camino sin demasiado esfuerzo, porque somos el rebaño del pastor que hemos elegido y aunque sabemos de antemano que acabaremos en el matadero nos importa un bledo, porque nos adaptamos conformes a sus mandatos dictatoriales y a sus leyes discriminatorias.
Todo contribuye a que cada vez pensemos menos, que estemos sumergidos en la vacuidad de un tiempo que nada vale, porque es un tiempo perdido entre los escombros de una sociedad cada vez más robotizada, más desprovista de medios en defensa propia, más impregnada de sofisma
y desnaturalizada, más logísticamente torturada por los mismos medios que pretenden sumirnos en una sociedad avanzada y moderna.





El ser humano, pese a sus adelantos tecnológicos, pese a sus descubrimientos científicos, pese a sus creencias en otros espacios y su insistencia en reencarnarse, para ser otra vez simio, no comparte esos avances ni entiende su verdadera potencialidad, sigue siendo un obstáculo para si mismo, empeñado en impedirse como ser libre y pensante, reducido a una medida que no parece crecer, ni tener interés por dejar atrás el canibalismo y dejar de ser un depredador de si mismo.
Avanzamos, claro que avanzamos y en esos avances coexisten con sus contradicciones, cada paso positivo tiene su carga de negativo, de nosotros depende ver en cada situación el dominio de lo uno y de lo otro.



La esperanza nos mueve a esperar....¿Esperar que?
Quizás a que sean los mismo que nos dictan los que nos devuelvan la naturalidad, el reconocimiento, la igualdad, la inteligencia, la libertad, la paz...
Cosa necia, porque actuarían en contra de sus intereses tan lucrativos ,de sus objetivos globales tan mal intencionados.
Tal vez sea cierto que tenemos lo que nos merecemos, que seamos suicidas voluntarios, conscientes de nuestro propio crimen, que aceptemos nuestra existencia sobrecargada de materia antes que dar un paso hacia la realidad, hacia la consciencia de no ser nada, sin ser los otros, esos otros a quienes les ha tocado la parte mala del conocimiento humano, a quienes les ha tocado ser el experimento de laboratorio donde nacen los descubrimientos que solo benefician a una parte de la humanidad. Sin ellos, sin esos conejillos de indias, nosotros no podríamos disfrutar de tanta abundancia y tanta prosperidad.